Pendiente estaba el llevar unos maletines y me traje mucho más que eso.
Disfrutar de Zurich, de su arte callejero, del west side, conocer su vida y su ritmo, Interlaken, Grindelwald, respirar la primavera y soñar con la cara norte del Eiger.
Correr por sus montañas y saber, que no será la última vez que atraviese los Alpes para disfrutar de un entorno tan idílico.