De nuevo a Noruega y de nuevo en el círculo polar, por encima del paralelo 66 donde el sol no se pone.
Las islas Lofoten en bicicleta y realizar algunos de sus trekking era el objetivo y así se hizo, pero hubo mucho más.
Desde Tromso hasta A y vuelta, recorriendo sus 7 islas y decenas de fiordos y puentes, para disfrutar de bosques, montañas, cascadas, playas y aguas transparentes.
Lofoten es un paraíso, el "Caribe ártico" y recorrerlo en bici y hacer sus rutas, es una pasada. Tomar perspectiva desde sus 400 o 500 metros, te hace vivirlo de una manera especial.
Montañas verdes y con neveros en las canales cerradas, hacen que continuamente se mire hacia ellas y yo, directamente sueñe con poderlas ascender y recorrer esos collados cuando estén blancos con los esquís.
Pueblos pesqueros aparecen y sus casas de madera con colores, grana, mostaza, gris y azul marino, con grandes ventanales, nos hacen volar a los meses blancos en los que el verde campo pasa a ser cubierto de nieve y el sol de media noche, pasa a ser noche cerrada que recibe las auroras boreales.
De nuevo kilómetros a las piernas para encontrar gentes con los que compartir comimos y lugares maravillosos, en este país del salmón y los días eternos.
Amistades viajeras que se quedan para el recuerdo y quien sabe, si para alguna recomendación o futuros viajes por el mundo.