Iquitos, en la cuenca del Amazonas, es uno de los puertos de entrada para la experiencia selvática.
Llegar en canoa, dormir en camastros, recoger semillas de huayruro, pescar pirañas, buscar en la noche los ojos de caimanes bajo la Cruz del sur, disfrutar con el movimiento de un oso perezoso, vivir con sus gentes y ser un indígena por unos días, ha sido maravilloso.
Nunca me he sentido tan vulnerable, nunca aprendí tanto en tan poco tiempo. Trepar por lianas, beber de los troncos, buscar planta medicinales, conocer sus bichos y sentirlos por la noche desde una hamaca.
Un mundo totalmente nuevo y espectacular que repetiré y volveré a disfrutarlo como el primer día.